Durante tres días, más de 3.000 personas asistieron a los conciertos en espacios tan emblemáticos como castillos, bodegas, monasterios, salas y hasta una pista de coches de choque reconvertida en escenario. Al mismo tiempo, cerca de 1.000 profesionales acreditados, representantes de 97 grupos de 13 países distintos y un centenar de periodistas nacionales e internacionales se dieron cita para debatir, compartir proyectos y redibujar el panorama de la música en directo.
Escenarios como el claustro del Monasterio de la Victoria o la bodega del castillo acogieron actuaciones memorables de nombres consolidados junto a propuestas emergentes. La heterogeneidad del cartel —donde convivieron artistas consagrados y nuevos proyectos— demostró una vez más que el festival no solo mira al presente, sino que apuesta por construir el futuro de la escena independiente estatal e internacional.
Foto de Javier Rosa





